
Ella no elige entre sobriedad y brillantez.
El azul es su terreno de juego: pizarra, crema, toques de púrpura... Una paleta sutil y refinada, entre el cielo pálido y la sombra tenue. La mujer Devernois se adentra en el otoño con audacia y moderación. Su vestuario juega con la transición, prolonga el verano a su manera, imponiendo su estilo. Cuando quiere marcar el paso del tiempo, se atreve con el leopardo en una versión rediseñada, recoloreada y suavizada, un acento justo y moderno. Menos estridente, más discreta. Una feminidad que no grita, pero se nota. Es una mujer en equilibrio, entre la fuerza y la moderación, que traza su línea con encanto.